La Comunicación Estratégica debe ser asumida por los responsables de gestionar la reputación de las organizaciones, del mismo modo como un médico asume su rol ante los pacientes, quienes -dependiendo del caso- deben ser tratados de manera preventiva, diagnóstica, terapéutica o rehabilitadora.
El profesional de la medicina debe explorar (investiga) para saber qué dolencia puede prevenirse o debe tratar, luego cuando tiene un panorama claro, diagnostica (define la situación); seguidamente, determina el tratamiento (diseña un conjunto de estrategias), que al suministrarlo se ejecuta el plan establecido, y por último examina (evalúa) nuevamente para conocer la evolución de la salud del paciente tratado.
Esto no pretende ser un artículo científico, aunque considero que la Comunicación Estratégica, está conformada por un conjunto de disciplinas y actividades, que además poseen cierta carga científica.
Parafraseando a Eugenio Tironi, en su libro “Comunicación Estratégica: vivir en un mundo de señales”, la Comunicación Estratégica es la práctica cuyo objetivo es convertir el vínculo de las organizaciones con su entorno (cultural, social y político) en una relación armoniosa y positiva desde el punto de vista de sus intereses y objetivos.
Según el autor, debe cumplir al menos cinco pasos: investigación, definiciones, diseño, ejecución y evaluación.
Cuando una persona presenta un resfriado común, puede tomar las medidas curativas respectivas sin tener que recurrir al médico para examinar, identificar…; lo mismo pasa en las organizaciones cuando se presentan situaciones que ameritan un plan táctico espontáneo en el ámbito comunicacional.
Sin embargo, hay ocasiones en que el resfriado es un síntoma y no la enfermedad en sí; lo que también puede suceder en instituciones/empresas, por lo que los profesionales de la Comunicación deben estar preparados y en capacidad para identificar cuándo es un caso u otro.
La comunicación, según Italo Pizzolante (en artículo “La Geometría de la Comunicación Empresarial“):
“se hace estratégica en la medida que sabemos dónde estamos y adonde queremos llegar. Para lograrlo, debemos contar con una visión entrenada para analizar y comprender espacialmente, aquello que rodea a la empresa y las diferentes situaciones que vive, consciente de sus propias raíces: la cultura corporativa”.
¿El sexto paso?
Es importante un proceso transversal, simultáneo, a la ejecución: la revisión continua, una evaluación constante; más que para identificar los logros obtenidos hasta algunos momentos de esa fase, es para comprobar la asertividad y efectividad de lo realizado.
Volviendo al plano de la medicina cuando se le diagnostica una enfermedad crónica a un paciente, o simplemente es propenso a sufrir alguna patología, los especialistas ejecutan tácticas como parte del tratamiento médico, y constantemente monitorean la salud del paciente para asegurarse que tomaron las medidas adecuadas o si son necesarias algunas modificaciones para garantizar la estabilidad de la persona.
De no existir esa revisión continua, al momento de llegar a dar el quinto paso, la evaluación, se pueden observar fallas que pudieron haberse identificado y modificado previamente. Como dice Tironi:
“La evaluación se transforma en una parte del proceso de acción comunicacional, pues pues permite la creación de un círculo virtuoso donde la información alimenta a la estrategia, modificándola según los nuevos contextos y problemáticas”.
3 Responses
Me gustó sobre todo la parte en la que afirmas que si se trata de un resfriado común la gente es capaz de curarse sola. Lo digo porque en la empresa en la que trabajo, que es de 22.000 empleados, en el área de comunicaciones estábamos tan ocupados curando gripes (revisando cartas, redactando notas sencillas para la Intranet) que no nos estaba quedando tiempo para tratar neumonías (crisis reputacionales, gestión del cambio) o lo hacíamos muy superficialmente.