Una de las cualidades, a título muy personal, que debe tener cualquier encargado de las Comunicaciones en una organización, para realizar de manera exitosa, efectiva y eficaz su labor, es la humildad, que -como virtud- “consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento“, (es.wikipedia.org).
En esto suelo ser enfático con las y los alumnos a los que me ha tocado impartirles clases de Relaciones Públicas en la Universidad Central de Venezuela, y es un valor que siempre promuevo en los equipos que he liderado.
¿Humildad para qué? Para poder escuchar, entender y atender los requerimientos y solicitudes de los diversos públicos objetivos, quienes son realmente los que deben marcar la pauta en cuanto a los mensajes, medios y momentos implícitos en cada táctica comunicacional establecida.
Claro, siempre que se asuma la Comunicación Organizacional, de manera proactiva e interactiva, donde la empresa/institución además de ser fuente de información y emisora de mensajes, como ofertante de productos/servicios; interactúa con sus públicos (directos e indirectos) de la manera más adecuada, se preocupa por ellos y que actúa responsablemente ante la sociedad.
Entre las etapas de la gestión estratégica de las Comunicaciones se encuentra, primero, la investigación, y de quinto -pasando por la planificación, establecimiento de objetivos y ejecución- la evaluación, si las ignoramos o las subestimamos, pecamos de arrogantes o confiados; lo que nos puede pasar factura en los resultados de nuestro plan de Comunicaciones.
El aplicar lo mismo que resultó exitoso en gestiones anteriores, o ejecutar ideas que consideramos las mejores, por formación o convicción, sin consultar incluso al propio equipo de trabajo que puede tener visiones distintas, que enriquezcan la labor, puede resultar infructuoso, al punto que la imagen que se proyecte puede ser confusa, distinta a lo que se quiera proyectar a lo interno y externo de la organización.
Las buenas ideas, la preparación (formal e informal) y la experiencia por supuesto son necesarias, como lo dije en mi primer artículo del blog, para poder estar al frente de la gestión comunicacional en una institución/empresa; pero escuchar, conocer e investigar sobre nuestros públicos -insisto- es primordial.
La humildad permite estar consciente que no nos las sabemos todas. Cabe destacar que la comunicación no es ejecutada por una sola persona, sino por un equipo que -desde los especialistas, pasando por los analistas de diversas áreas, hasta la asistente administrativo- son activistas claves de la comunicación organizacional, que pueden hacer grandes aportes que enriquecerán la gestión del área; aportes que sólo podrán ser escuchados y reconocidos si se cuenta con un líder humilde que además de llevarlos a la práctica, da honor a quien honor merece.
Considero que esto aplica para el ejercicio de la gerencia en general, sin importar la naturaleza de la organización en la que nos desempeñemos. Y puede ser punto de partida para otro tema importante: el liderazgo.
4 Responses
Excelente Gabriel, estoy totalmente de acuerdo contigo! Es por supuesto una gran virtud para quienes la poseen y un objetivo necesario para ejercer la gerencia efectiva.
Gracias por el comentario Richard. Que bueno que te gustó el artículo ¡Un abrazo!
Estimado Gabriel, definitivamente ser humilde es un muy buen punto para promover la investigación y la evaluación en Comunicaciones Internas. Muy buen, artículo. Muchas gracias por concebirlo. Un gran abrazo, Marco Arru, BW Comunicación Interna.
Buenas tardes Marco… Gracias por tu comentario. Vi en LinKedIn que recomendaste http://pulso-ci.bwcomunicacion.com.ar/ lo estaré consultando ¡Saludos!