En la tradición budista compasión y amor son vistas como dos caras de la misma moneda: compasión es el deseo que el otro ser se libere del sufrimiento, y amor es desearle que sea feliz
En el apresurado ritmo de la vida actual, donde las responsabilidades parecen multiplicarse y las ocupaciones nos absorben por completo, es fácil perder de vista uno de los aspectos más fundamentales de nuestra existencia: nosotros mismos.
Vivimos tiempos de hiperconexión y constante exposición en espacios y medios tanto online como offline, la gestión de la marca personal se ha convertido en una necesidad que trasciende el ámbito profesional y se entrelaza con la autocompasión.
Días atrás participé en “Compasivamente”, el pódcast de mi amiga María Guerrero, coach especializada en mindfulness y compasión.
Hablamos sobre el cuidado y la atención que dedicamos a nuestra marca personal, resultado directo de la autocompasión que cultivamos hacia nosotros mismos.
Sobre este tema, una de las principales investigadoras es Kristin Neff, profesora asociada de Psicología de la Universidad de Texas y cofundadora del Center for Mindful Self-Compassion.
Ella destaca que la autocompasión implica ser cálidos y comprensivos con nosotros mismos, en vez de criticarnos cuando estamos sufriendo, sentimos que hemos fallado o nos consideramos incompetentes.
En esta oportunidad, te comparto algunas ideas que intercambié en este espacio de alto valor, con María.
Comunicación consciente
La comunicación consciente (intra e interpersonal) es el cimiento de una marca personal sólida.
Sin embargo, lo que hacemos, decimos y cómo nos relacionamos, debe ser un vehículo para expresar nuestra autenticidad, más que una simple táctica de promoción.
La autenticidad, a su vez, es un acto de autocompasión, ya que implica aceptar y abrazar lo que somos en lugar de tratar de encajar en moldes preestablecidos.
La estrategia y la autocompasión
La estrategia en la gestión de la marca personal no es una cadena que nos ata, sino una guía que nos ayuda a enfocarnos en lo que importa.
Debe ser flexible. Esto implica reevaluar y ajustar nuestro camino cuando sea necesario.
La adaptabilidad es un acto de autocompasión porque nos otorga la libertad de crecer, aprender y evolucionar sin sentirnos atrapados por una rigidez autoimpuesta.
Un faro en momentos de dificultad
La perseverancia, la paciencia y la pasión son cualidades que nos impulsan a seguir adelante en la gestión de nuestra marca personal.
En este sentido, la autocompasión actúa como un faro en momentos de dificultad. Nos recuerda que está bien cometer errores, que podemos ser nuestros propios mentores y que el crecimiento individual es un proceso continuo.
Este enfoque compasivo hacia la gestión de nuestra marca personal muestra que somos seres humanos completos, merecedores de amor propio y de autocuidado, capaces de disfrutar los resultados positivos por los que trabajamos.
Además, cuando nos formamos y preparamos para enfrentar el mundo con confianza y compasión, creamos una conexión genuina con aquellos que nos rodean.